Otogi Myth of Demons (Xbox): primeras impresiones

Otogi Myth of Demons es un título del género hack'n slahs desarrollado por From Software y publicado por Sega de manera exclusiva para la primera Xbox en el año 2003.

Dí con él de manera fortuita años después de su salida a un precio irrisorio, y no ha sido hasta la semana pasada, que me hice la indecente proposición de ponerme con él tras terminar Bayonetta.

El título que hoy nos ocupa, narra la historia de Raikoh Minamoto nacido en un clan de guerreros bajo el poder del Imperio.

Cuando a Raikoh se ve incapaz de cumplir la orden de ejecutar a su propio padre, roba la espada ancestral de su clan dirigiéndose a Kyoto.

Durante su partida, el sello que separaba a los demonios del mundo de los humanas y Kyoto se ve invadido por los demonios. Durante la invasión en la que Raikoh casi muere, aparece una princesa que decide salvarlo ofreciéndole su propio cuerpo a cambio de sus servicios manteniéndolo en un estado entre la vida y la muerte convirtiéndole en un en un asesino, dándole así la oportunidad de redimir sus pecados salvando el mundo de la invasión demoníaca. Así, empezaremos una aventura en la que nuestra misión será la de preservar el sello deteniendo al responsable de la catástrofe.

Ambientado en la cultura tradicional y el misticismo del antiguo Japón, estamos sin duda ante un juego bastante atípico en comparación a la mayoría de títulos que aparecieron en la primera consola de Microsoft.

Hasta donde he podido averiguar, el juego está compuesto por 29 niveles que deberemos purificar según se nos ordene para pasar al siguiente. En las dos horas y media que llevo jugadas, he superado 10 de los 29, por lo que si los restantes cuentan con la misma duración y dificultad, apunta a que se  trata de un juego bastante corto, siempre y cuando no busquemos purificar cada zona al 100%

En algunas revistas de la prensa "especializada" Otogi fue catalogado en su día como un juego de rol. Olvidaros de esto, porque pese a que tiene algún elemento más, el elemento 

rolero que encontraréis en Otogi es el mismo que encontraréis en Drakengard es decir, prácticamente nulo. Si bien es cierto, el protagonista aumenta de nivel, pero más allá de las magias, armas y brazaletes que podremos ir comprando, se trata de un hack'n slash más que de un juego de rol, ni siquiera hay items que restauren los HP o los MP. Al menos hasta ahora, los niveles se dividen por capítulos, y pese a que podemos explorar cada uno de ellos, la profundidad de exploración dista mucho de la que podríamos esperar de un juego del género RPG.

A nivel de historia, poco más de lo ya explicado puedo comentaros en las dos horas de juego que llevo. Empezamos cada nivel en un escenario negro ausente de elementos - a excepción de la figura de Raikoh - con la inquietante voz de la princesa explicándonos cual es nuestra próxima misión. Al terminar el discurso, nos soltarán en el campo de batalla dando paso a la acción.

Lo primero que sorprende al aparecer en el escenario es el cuidadísimo apartado técnico del juego que, pese a los años, sigue viéndose bonito y espectacular. Pero sin lugar a duda, lo más impactante es que prácticamente TODOS los elementos presentados en pantalla son destructibles. Las estructuras se desplomarán al recibir un golpes levantando una generosa cantidad de polvo consiguiendo un efecto muy logrado, el impacto de los enemigos contra una pared se verá reflejado en forma de golpe contra la misma, incluso si lanzamos a un enemigo contra algún elemento de los escenarios, podremos ver como queda aplastado bajo unas ruinas que, a diferencia de otros juegos, no desaparecerán del escenario y dejarán una lograda sensación de destrucción y desolación a nuestro paso.

A nivel técnico es indiscutible que es apoteosico, tanto por un diseño, unos modelados, unas texturas y unos efectos que la máquina de Microsoft es capaz de mover con total fluidez en una muestra del increíble potencial del que disponía la consola.

La música por el momento está pasando bastante desapercibida (no me fío un pelo después de ver lo que pasaba en Drakengard) aunque resulta bastante acorde a la ambientación oscura y misteriosa del juego. Los efectos sonoros cumplen bastante bien con su cometido. Mención especial a la voz que nos irá guiando durante las misiones.

En cuanto al control, es harina de otro costal. Ojo!, no quiero decir con esto que sea malo, simplemente es raro. El stick derecho controla una cámara que ya me ha puesto en algún que otro aprieto, con el derecho moveremos a Raikoh. Botón Y se utiliza para ataques fuertes, B para ataques normales, X para magia, y A para saltar. con el gatillo izquierdo fijaremos al enemigo y con el derecho haremos una cosa muy rara. Pulsando el gatillo izquierdo, Raikoh se desvanecerá hacia la posición en la que este mirando. Si eres lo suficiente habilidoso, dando un salto al inicio del nivel y apretando el gatillo en el momento preciso, puedes terminar el nivel sin haber pisado el suelo. El botón blanco (o negro, ahora mismo no recuerdo exactamente cual) sitúa la cámara justo detrás del personaje, y con el botón back iremos al menú, donde entre otros elementos, encontraremos el mapa del nivel. A diferencia de otros juegos del género, NO hay modo alguno de cubrirse y si lo hay, no lo he descubierto. Lo más parecido, es el "dash" que he comentado, pero más que bloquear lo que hace es esquivar el ataque.

La jugabilidad igual que el control, se me está antojando rara. En los diez niveles que llevo no he muerto ni una sola vez a excepción de un nivel en el que moría pero no por culpa de un enfrentamiento, es más aún estoy intentando averiguar cual es de entre todas las barras la que indica la salud.

La dificultad a excepción del momento citado, no parece muy exigente, en muchas ocasiones, podemos terminar el nivel sin haber matado a ningún enemigo aunque esto penalice nuestra puntuación final.

Los enemigos por su parte son raros, desde plantas cuya "flor" es una calavera, pasando con calaveras con taparrabos, hasta una serie de demonios (como el de la primera imagen) que me recuerdan en diseño a los ángeles de Bayonetta, llevándome incluso a pensar que pueda tratarse de un guiño por parte del título de Platinum Games.

La acción hasta el momento tiene de frenética lo que servidor de cuerdo. Es decir, bastante poco.

El juego pone a nuestra disposición una serie de armas y magias que podremos equipar a nuestro antojo. Destacar - y esto es algo que detesto - que las armas se estropean con el uso y tendremos que repararlas si queremos seguir utilizándolas. 

Debo confesar y esto es lo que más me inquieta, que lo estoy jugando por pura inercia. Aparentemente con el tiempo que llevo jugado, no hay ningún elemento concreto que me invite a avanzar, simplemente enciendo la consola y me pongo a jugar porque tiene un "algo" igual que tenía Drakengard (salvando distancias especialmente a nivel técnico) que me invita a pensar que valdrá la pena.

Tendréis que esperar a mis impresiones finales para ver que pasa,  por el momento, tengo el presentimiento que mi indiferencia durará poco, es más, ya han ido apareciendo las primeras conspiraciones paranoides por Twitter...

Diagrama cortesía de Rokuso3 (¿eres consiciente
de que vas camino de convertirte en la usuaria más
mencionada de todo mi blog no? XD

Por el momento, lo único que puedo decir es que sin ser un mal juego, es pronto para atreverme a recomendarlo a la ligera. Veremos como evoluciona el asunto en los próximos días.

Por último, no me malinterpreteis pensando que estoy comparando a Otogi directamente con Drakengard porque no es así aunque cite continuamente el título desarrollado por Cavia. No solo porque la relación entre ambos títulos es producto de la paranoia, sino porque Otogi se merienda a Drakengard en un buen número de aspectos.