Ha sido un largo camino, pero ya puedo decirlo: he terminado Dark Souls 2. No ha sido un camino excesivamente duro, pero tampoco un apacible paseo. Es más, ha sido un paseo un tanto extraño, una montaña rusa llena de altibajos que, aunque no entra demasiado por la vista cuando lo empiezas, termina dejándote un regustillo en la boca que te invita incluso a repetir... pero no adelantemos acontecimientos, y veamos qué me ha parecido la tan polémica segunda entrega de Dark Souls.