Tomb Raider III: Adventures of Lara Croft (PC/PSX)

Hace unos meses, siguiendo con el repaso a la saga, estuvimos hablando en el blog sobre Tomb Raider II, la segunda aventura de una de las heroínas por antonomasi del mundo de los videojuegos. Al hilo de aquella entrada, seguimos repasando la serie siendo el turno de la tercera entrega: Tomb Raider III.

Tomb Raider III, fue nuevamente desarrollado por Core Design y distribuido por Eidos Interactive. Lanzado el 16 de noviembre del año 1998 para PC y PSX, hubiera sido un regalo de cumpleaños ideal para un fan de la saga como yo que cumple años el 17 de noviembre. Lamentablemente, en el momento de su salida yo seguía sin PSX por lo que, una vez más y hasta que no tuve PS2 y pude jugarlo en condiciones, tuve que andar acoplándome en casa de algún amigo que lo tuviese para poder jugar.

A diferencia de las entregas anteriores donde la historia giraba en torno a un único artefacto (el Scion en el caso de Tomb Raider y la daga de Xian en el caso de Tomb Raider II), aquí lo hace en torno a cuatro artefactos diferentes repartidos a lo largo del globo: la Daga Ora, el Elemento 115, El Ojo de Isis y la Piedra Infada. En su búsqueda para recuperarlos, Lara visitaría parajes como Londres, la Antártida, unas islas paradisíacas del pacífico (con alguna que otra sorpresa en forma de dinosaurio) y hasta el mismimo Area 51, por poner tan solo algunos ejemplos. Todo ello, convertía a esta tercera entrega en uno de los juegos de la saga con mayor nivel de hijoputismo que hemos podido ver. Pero de eso ya hablaré más adelante, hablemos primero de los aspectos técnicos del juego que en esta ocasión tienen bastante miga. 

Por primera vez en la saga, se hacía uso de un nuevo motor gráfico que dotaría a esta tercera entrega de un aspecto visual realmente imponente. Si la mejora entre Tomb Raider y Tomb Raider II fue notoria, el salto que supuso esta entrega gracias al nuevo motor nos dejó a todos boquiabiertos. Lara lucía mejor que nunca y llena de detalle gracías al incremento de polígonos. Además para la ocasión, contaba con un buen plantel de nuevos modelitos para lucir. Los escenarios, de tamaño bastante considerable, se veían más sólidos y con mejores texturas. También se incorporaban nuevos efectos como por ejemplo el de los casquillos saliendo de las armas y cayendo al suelo, el humo que salía del cañón de las pistolas, o las gotas de agua escurriendo cuando Lara salía del agua. Efectos que a día de hoy tenemos más que visto, pero que en su momento lograron dejarnos ojipláticos. Desde luego no podemos negar que a nivel visual era un juego realmente increíble.

A nivel sonoro, el juego seguía un poco la tónica de los anteriores. Música discreta que sonaba en momentos puntuales o de acción, efectos de sonido mejorados con respecto a sus dos predecesores, y la gran novedad: el doblaje al castellano. Así es amiguitos, a nadie le sorprendería hoy en día un juego doblado al castellano, pero al no ser algo habitual en el año 98, me emocioné como pocas veces lo había hecho antes al oír a Lara hablando, por primera vez, en castellano. 

En lo respectivo al apartado jugable, estamos ante una entrega que sigue la estela de las anteriores pero incorporando nuevas e interesantes novedades que lograban darle variedad al título. Para empezar, a los movimientos con los que ya contaba Lara en la entrega anterior, se unían 4 más: la capacidad de sprintar y rodar por el suelo al final del sprint, la posibilidad de colgarnos y desplazarnos a pulso por algunas estructuras, así como la posibilidad de agacharnos y desplazarnos a gatas. Estos cuatro nuevos movimientos abrieron un mundo de posibilidades a la hora de diseñar unos niveles que eran en esta ocasión, más retorcidos e intrincados que nunca. Lamentablemente para los detractores del control de los primeros Tomb Raider, éste seguía inalterable con respecto a las anteriores entregas.

Como acabo de comentar en el párrafo anterior, la complejidad de la que se dotó a los niveles en esta entrega, hizo que estuvieramos ante el Tomb Raider -al menos en mi humilde opinión- más difícil y retorcido de los cinco primeros títulos (bueno, no sé yo si el IV le andaba ahí). Creo que ningún juego de la saga ha conseguido sacarme tanto de mis casillas como lo hizo esta entrega. Cuando no terminabas empalado en una trampa de pinchos, te metías en un lago lleno de pirañas, cuando no eran las pirañas era una serpiente que aparecía a traición, y cuando no, te aplastaba una pared. Repito, al menos para mí, es la entrega realizada con más mala leche de todas, no solo por los enemigos, sino por las trampas que acechaban en cada esquina. Esto, unido a la precisión milimétrica que seguíamos requiriendo a la hora de ejecutar los movimientos, nos llevaba a una dinámica de ensayo y error que acabó con la paciencia de los menos perseverantes (como la mayoría de mis amigos). Que no se me malinterprete, no quiero que parezca que me disgustó el juego, pero veo necesario hacer hincapié en que, en algunas zonas, se les fue la mano con la dificultad. 

Siguiendo con su jugabilidad, la propuesta de Tomb Raider III iba un poco en la línea de su predecesor directo. Volvíamos a tener un título con un fuerte componente de acción, en el que debíamos seguir explorando los escenarios en busca de los objetos necesarios para avanzar, pero que quedaba más alejado aún si cabe, de las sensaciones que transmitía la primera entrega. A todo esto, se sumaban por primera vez en la saga algunos niveles en los que, estando Lara completamente desarmada, debíamos hacer uso del sigilo para poder avanzar. Una mecánica que veríamos nuevamente implementada en Tomb Raider Chronicles.

Al arsenal con el que ya contábamos en los juegos anteriores, se unían el lanzacohetes, la Desert Eagle (que era una gozada, para que mentir) y se sustituía el fusil M16 por el MP5, siendo este último un cambio sin mayor relevancia. Como ya pasaba en Tomb Raider II, aquí también hacíamos uso de vehículos, siendo quizá el mas divertido (a la par que difícil de manejar) el quad. Por suerte, en la mansión de Lara - de la que hablaré más adelante - teníamos un circuito en el que practicar con el quad.

Para ir cerrando ya el apartado jugable, cabe destacar la gran variedad de enemigos que incluía esta entrega, bastante más variados que en la anterior. Además como ya he dicho, rescataba ciertos enemigos icónicos del primer juego como los dinosaurios, y presentaba unos jefes tan complicados como originales y a cada cual más grande y descabellado (el jefe final no tiene desperdicio).

A modo de conclusión, y antes de dar paso a las anécdotas personales, simplemente diré que dentro de los cinco primeros juegos, decir que Tomb Raider III es posiblemente uno de los que menos me gustó. ¡Ojo! recalco que no insinúo con esto que el juego no me gustase ni me parezca bueno, simplemente, si tuviera que hacer un ránking de los cinco primeros Tomb Raider, seguramente éste estaría en la cola. Sea como sea, era un juego que sorprendió a propios y extraños por su impresionante despliegue técnico (especialmente en la version de PC) y variedad de situaciones, pero que podía llegar a ser un tanto desquiciante especialmente para aquellos jugadores menos experimentados.

Pasando ya a las anécdotas personales, decir que pese a no tener Play Station en el momento de su salida, seguí de manera casi obsesiva las noticias que fueron saliendo sobre él antes de su lanzamiento. Lo probé por primera vez en casa de un amigo al que se lo trajeron los Reyes junto a una Play Station y aunque mi opinión ha variado desde la primera vez que lo jugué, en aquel momento quedé prendado de la tercera aventrua de Lara. Aunque como de costumbre y debido a su dificultad, hasta que no tuve mi propia copia años más tarde, no pude escudriñar cada una de las bondades (y maldades) que ofrecía. 

Como no podía ser de otra manera, una de las cosas que más me gustaban, seguía siendo la mansión Croft, que en esta ocasión parecía más un parque de atracciones que un mero extra. Y es que la mansión de la tercera entrega, no solo ampliaba la de la segunda y nos servía como tutorial, sino que escondía secretos y localizaciones que debíamos descubrir que la asemejaban más un nivel que a un tutorial. Como curiosidad, fue la primera vez en la que podíamos conseguir las pistolas durante la mansión dando como resultado a un mayordomo ataviado con casco y protecciones que se cubría con la bandeja de plata cada vez que lo disparábamos. Por no hablar del circuito para el quad al que teníamos acceso si eramos capaces de dar con la llave. Sin duda, una despedida por todo lo alto de un extra del que, lamentablemente, se prescindió en las dos entregas posteriores.

Con ese par de anécdotas me despido. En definitiva, una aventura exigente como pocas, variada y extensa que a muchos en la época nos dejó asombrados. ¿Llegasteis a jugarlo?