Sí, debería estar estudiando; pero me da una pereza supina y además es domingo, así que qué mejor manera de mentalizarme para estudiar que marcándome una entrada crítico-reflexiva.
Lo siento, no me quedan monedas para seguir echando.
Antes de empezar a echar mierda ¡muy buenas a todos! Y es que, haciendo gala de la, por ya todos conocida, frase "Suso siempre vuelve, más grande, más fuerte, y aunque parezca imposible; mejor", reaparezco con fuerzas renovadas y una nueva entrada, tras terminar unos exámenes que apunto han estado de terminar con la poca cordura que me quedaba (bueno, para que mentir, hemos pasado del "pierdo puntos de cordura" al "gano puntos de locura").
¿Queríais domingos de reflexión? ¡Tomad domingo de reflexión! Y es que estos días (por no decir semanas) enclaustrado en casa chupando normativas de mierda, reales decretos y demás porquerías que me sacan de mis casillas, han logrado que, como si de un pedo inesperado se tratase, vuelva la inspiración a mi cabeza, haciéndome recordar a un hijo de puta viejo amigo por todos conocidos: el jefe final.
Bajo un título más largo que un día sin pan, me dispongo a escribir la primera entrada de este 2014 que deja atrás un 2013 lleno de cambios tanto en la industria del videojuego como a nivel personal.
A principios del pasado mes de agosto, tomé una de las decisiones más extrañas y surrealistas acertadas de mi vida. Dejar un hábito que me ha acompañado durante cerca de once años, y del que jamás en la vida había pensado deshacerme, el mal vicio de fumar.
Prepotente egocéntrico, soez y malhablado. Posiblemente uno de los personajes más irreverentes de la historia del videojuego que marcó un antes y un después en las historia del género de disparos en primera persona. Efectivamente, hablo de, al tantas veces por mí idolatrado, Duke Nukem.
Tal y como expliqué hace pocas semanas (o tal vez fueran días, no me hagáis recordarlo) paso por eso que acostumbramos a llamar crisis gamer, y que en mi caso, tras darle muchas vueltas, he llegado a la conclusión de que vino propiciada por un NieR al que, tras dejarme el culo torcido, fui incapaz de encontrar sustituto.
Lógicamente, fruto de la necesidad de mantener los dedos ocupados en algo, fui picoteando de aquí y de allá tratando de hacer más llevadero este duro periodo de transición con la esperanza de encontrar algo que me sacase del hoyo. No hubo suerte; pero si bien es cierto, hubo un título que amenizó bastante mis ratos libres, y del que hoy precisamente quisiera hablaros en esta nueva sección titulada "Sobreviviendo a la crisis Gamer" en la que iré comentando esos títulos con los que intenté coger de nuevo el vicio. Con todos vosotros: Penguin Adventure para MSX.
Al menos así lo hace a nivel visual. Así es señores, tenía ganas de cambio, de darle al blog un nuevo aire, no porque me disgustase el anterior, sino porque hay veces en la vida en las que apetece cambiar.