Assassin's Creed: Bloodlines (PSP)

No puedo decir que sienta un gran apego hacia la saga Assassin's Creed. Es más, se podría decir que, a parte de este Bloodlines, el único al que jugué fue al primero que, si bien me gustó bastante, no llegó a entusiasmarme lo suficiente como para seguir de cerca la franquicia. La cuestión es que hace escasas semanas, dando una vuelta por mi Game de confianza, el destino quiso que me cruzase con esta entrega portátil. Si bien no había escuchado muy buenas críticas al respecto, por cinco euros que costaba, y dado el buen estado en el que estaba, decidí darle una oportunidad y ver si realmente era un juego tan regular como decían. 

Antes de empezar, un poco de historia. Desarrollado por Griptonite Game y distribuido por Ubisoft de manera exclusiva para PSP en el año 2009, Assassin's Creed Bloodlines prosigue las aventuras de Altaïr tras lo visto en la entrega original que apareció en consolas de sobremesa allá por el 2007. El juego tiene lugar justo un mes después de los acontecimientos del juego anterior, y en él, volveremos a asumir el papel de Altaïr que ha viajado a Chipre desde Tierra Santa con la inteción de averiguar el motivo por el cuál se reunen allí los templarios. 

La historia del juego se va desarrollando a través de cinemáticas generadas por el propio motor del juego, y no sé si por mi falta de interés en la misma, o porque realmente de interesante tiene poco, me ha parecido un juego bastante soso a nivel narrativo sin nada que realmente me inivistase a querer descubrir qué estaba pasando.

Tampoco puedo tirarle muchas flores a su apartado técnico que, al igual que la historia, me ha parecido bastante insulso (lo cierto es que al juego en general le falta una pizca de sal). Durante nuestra aventura visitaremos tres ciudades diferentes: Chipre, Lemesos y Cirenia. Realmente sabes que hay tres, porque te lo dicen, y es que las diferencias entre ellas, son bastante escasas. Si bien los decorados no están del todo mal, y hay "vida" en las ciudades en forma de transeuntes, todo se ve bastante desangelado, dando la sensación de estar hecho a medias y con algunos segmentos del escenario en los que "se ve demasiado el cartón". Tampoco se puede decir que los NPC que pueblan las calles de la ciudad sean la sublimación del detalle. La mayoría de ellos, así como los enemigos, son clónicos y con escaso detalle. Ni siquiera los líderes a los que deberemos asesinar tienen un modelado digno de mención. Eso por no hablar de las texturas faciales, dignas de un juego de la primera Play Station. Podríamos perdonar estos detalles al hecho de que estamos hablando de un sistema portátil pero... hemos visto auténticas virguerías en la primera portátil de Sony, por lo que no hay perdón posible. Por citar algunos ejemplos, Tomb Raider Anniversary, Ratchet and Clank, los God of War, Gran Turismo, Sega Rally, los GTA o Final Fantasy Crisis Core, le pasan la mano por la cara sin demasiados miramientos. No obstante hay que reconocer que el modelado de Altaïr, así como sus animaciones, está muy logrado, siendo posiblemente lo que más destaca en todo el juego. 

A nivel sonoro, el juego se limita a cumplir, efectos de sonido correctos, música que cambia según la situación y un doblaje al castellano, que sin ser malo, no destaca. Aunque se podría decir que, destacable, hay poca cosa a lo largo del juego. 

Todo lo anterior se podría pasar por alto si a nivel jugable el juego cumpliese. Lamentablemente, tampoco es su punto fuerte. Empezaré por lo bueno. Los controles de Altaïr son correctos y pese a las limitaciones de no tener un segundo stick y carecer de botones L2 y R2, están bastante bien implementados, consiguiendo que el control del personaje, sin llegar a ser la panácea, no resulte un incordio. Es cierto que la cámara en alguna ocasión puede jugar alguna que otra mala pasada y que algún salto se nos puede ir de madre, pero en general el control es bueno y hace que al menos la experiencia de controlar al personaje no sea traumática. 

Incluso con las limitaciones a nivel de botones ya comentadas, contamos con un buen elenco de movimientos a realizar, aunque no están todos los que pudimos ver en la versión de Xbox 360, PS3 y PC. Por poner un ejemplo, no podemos tirarnos sobre un enemigo desde lo alto de un tejado como si podíamos en el juego original, y aunque parezca una chorrada, es un movimiento que se echa de menos.

Por lo demás, la formula es la misma que la que vimos en el primer Assassin's Creed. Llegas a la ciudad, buscas la guarida, subes a lo alto de la atalaya para tirarte al carro de paja estratégicamente situado, te encomiendan la misión de cargarte a un líder, lo buscas, te lo cargas y repites. No hay más. Todo ello aderezado con algo de plataformeo, escasa exploración, y unos combates sin demasiada miga, ni siquiera a la hora de luchar contra un jefe, que parece un enemigo más, pero con más vida...

Ni siquiera lo que hacía realmente interesante al primer Assassin's Creed,  que era precisamente el poder escalar cada rincón de la ciudad, se ve reflejado en esta entrega. Las secciones que podemos escalar son escasas, y tampoco es que valga la pena subirse a lo alto de una torre a observar el paisaje como hacíamos en la versión de sobremesa, porque lo único que veremos serán fondos azules...

Tampoco destaca el combate, heredado directamente del original, que ya de por sí, sin ser malo, no era la gran cosa. Contamos con cuatro armas, cuchillos arrojadizos, la icónica hoja de Altaïr, una espada, y nuestros puños desnudos. Los cuchillos sirven para más bien poco, los puños solo sirven cuando tenemos que interrogar a alguien, y la mayoría de situaciones las resolveremos o con la hoja o con la espada. La hoja para situaciones de sigilo, y la espada para combates multitudinarios. Huelga decir que una vez le cogemos el punto al contraataque, todos los combates se resuelven de la misma manera, simple y anodina. Eso sí, en su favor debo decir que las ejecuciones están bastante bien y le da un punto de espectacularidad. 

No hay mucho más que hacer más allá de las misiones principales. Podremos recorrer los escenarios buscando monedas templarias que nos permitirán comprar unas mejoras que realmente no resultan imprescindibles para superar el juego, y cumplir misiones secundarias que nos encargarán los ciudadanos, y que consisten todas en ir del punto A al punto B para volver al punto A. Por último, el juego implementa un sistema de logros que tampoco suponen aliciente alguno para exprimirlo puesto que la mayoría de ellos saltarán a medida que avancemos.

En cuanto a duración y dificultad, tenemos un juego corto y fácil. No sé cuantas horas me habrá llevado terminarlo, pero teniendo en cuenta que le he ido echando partidas de entre diez y quince minutos diarios antes de irme a dormir y alguna sesión de una hora un par de fines de semana, calculo que completar el juego rondará las seis o siete horas. Supongo que si te pones a buscar las monedas del escenario puedes llegar a alargarlo un poco más, pero en ningún caso llevará más de diez horas descubrir todos sus secretos. En cuanto a dificultad, como ya he comentado, el juego es muy sencillo, y si vamos pillando mejoras, todavía más. La salud se regenera sola y además bastante deprisa, hay puntos de control prácticamente a cada paso que damos, y ni siquiera el jefe final supone un reto digno de mención. Por si alguien se lo pregunta, no hay selector de dificultad. La que viene por defecto es la que hay. Si lo quieres más difícil, te abstienes de comprar mejoras.

Para ir concluyendo, como habréis podido observar, no es que el juego me haya entusiasmado. Lo cierto es que iba con las expectativas muy bajas, por lo que no esperaba encontrarme el gran juego. Aún y así, quería descubrir por mí mismo si realmente el juego era tan simplón como lo pintaban. A fin de cuentas, al primero se le tachó de repetitivo y aburrido, y yo que me lo pasé muy bien con él, a expcepción de los momentos del Animus (que por cierto aquí, por suerte, no están presentes). Lamentablemente, en esta ocasión, debo darle la razón a las voces más críticas con el título, y a no ser que se sea un fan empedernido de la franquicia, con ganas de conocer su historia al detalle,  para alguien como yo, con poco interés en la misma dudo que tenga demasiado atractivo. 

En realidad es una lástima que, viendo de lo que era capaz PSP y siendo un juego cuyo lanzamiento se dio en un momento en el que la consola ya estaba más que asentada (recordad que hablamos del 2009), no se aprovechase todo el potencial que podía ofrecer la portátil, quedando como un título que pese a alguna que otra bondad, destaca más por su simplicidad que por otra cosa.