Dark Souls Remastered (PS4): impresiones finales

Se acostumbra a decir que todo lo bueno, tarde o temprano se acaba, y en este caso Dark Souls no es una excepción. Dos vueltas y media y un platino después, puedo decir que mi viaje por Lordran ha terminado, por lo que ha llegado el momento de daros mis impresiones finales (algo más cortas en esta ocasión por falta de tiempo) sobre uno de los títulos que más he disfrutado en lo que llevamos de año. 

 Como ya comenté en las primeras impresiones que le dediqué ala archiconocida obra de From Software, la versión a la que he jugado es la remasterización del título original que salió en el año 2010 para PS3, Xbox 360 y PC. No por nada en especial, sino porque me parecía la más accesible y, puestos a jugar, casi que mejor hacerlo con mejoras a nivel gráfico y de rendimiento.

No me recrearé demasiado en los aspectos técnicos del juego, pues tampoco es mi intención hacer un análisis en profundidad ni demasiado extenso sobre el título que hoy nos ocupa. Pero como puntos destacables, se podría decir que esta versión remasterizada tiene una tasa de refresco sólida como una roca, y un apartado gráfico que, pese a los años, sigue aguantando bastante bien el tipo. Lo mismo pasa con el modelado y animaciones de los personajes que, aunque no todos gozan de la misma calidad, siguen resultando muy competentes a día de hoy, especialmente en lo que se refiere a la animación de nuestro personaje. No obstante, hay muchas zonas en las que se le ve el cartón (como por ejemplo en los árboles de antes de llegar a la Cueva de Cristal), aunque no es algo que me haya sacado en absoluto la experiencia, pues el juego compensa estos detalles con un apartado artístico y un diseño de niveles (con alguna excepción) realmente espectacular. En cuanto al apartado sonoro, sigue muy en la línea de lo visto en Demon's Souls, desarrollándose la mayor parte del juego en silencio, con la excepción de temas musicales que sonarán en momentos muy concretos del juego dándole ese toque de epicidad tan necesario. 

En cuanto a historia, no me voy a enrollar demasiado, como ya pasaba en Demon's Souls, la historia deberemos ir desgranándola poco a poco por nosotros mismos. Todo en Dark Souls se narra de una manera muy críptica dejando un poco a nuestra libre interpretación los mensajes que nos van trasmitiendo el resto de personajes. Algo que, como ya dije cuando hablé de Demon's Souls, resulta muy de mi agrado, especialmente porque, a diferencia de otros juegos, no están atosigándome continuamente con diálogos y secuencias de vídeo infinitas cada dos por tres. En cuanto a qué me ha parecido la historia, debo reconocer que, al final, me ha resultado más interesante y con más entresijos que la de Demon's Souls. Quizá esto se deba a que de cara al platino me he empapado más de su lore, pero reconozco que, aún con su simpleza, he disfrutado mucho de todo lo que el juego ofrece a nivel narrativo, especialmente de aquellos momentos más dramáticos. Aunque realmente cuando te empapas de todo lo que el juego ofrece a nivel argumental, descubres que prácticamente todo en él es un drama que acaba mal.

Saltando ya al apartado de la jugabilidad, decir que todos aquellos puntos que, por decirlo de alguna manera, más me habían chirriado (frascos estus, mapeado interconectado, etc) cuando empecé la aventura, han sido algunos de los que más han terminado por seducirme. Por ejemplo, la manera en la que todo Lordran está magistralmente conectado, es algo que no supe apreciar en las primeras horas de juego, pero que me terminó cautivando. Especialmente una vez te has aprendido todos los caminos, atajos y recovecos y te mueves como Pedro por su casa por un mapeado estupendamente diseñado que, pese a sus bondades, no está carente de algún fallo. Y esto lo podemos apreciar tras nuestra llegada a Anor Londo. Y es que tras superar una de las zonas que, probablemente sean  mis el punto álgido y una de mis favoritas, nos encontraremos con algunos escenarios como las Ruinas de los Demonios o Izalith perdida en los que... por decirlo de alguna manera, da la sensación de que no pusieron el mismo empeño.

Reconozco abiertamente que ha habido zonas como las citadas en el párrafo anterior, que me han sobrado por completo, pero no por ello han empañado la experiencia global que me queda del juego, que ha sido sobresaliente.

En cuanto a lo jugable, realmente no puedo aportar mucho más de lo que ya dije en las primeras impresiones. La fórmula a estas alturas es más que conocida y todo lo que pueda decir se ha dicho ya con anterioridad. Así que, nuevamente, lo más duro fue el principio del juego hasta que logré montar una build que se adaptase a mi estilo de juego que, en este caso, consiste en una build de fuerza, aguante y vitalidad, con la armadura completa de hierro negro mejorada, el escudo de hierro negro mejorado, y la Zweihander mejorada a +15. Equipo que me acompañó durante mis dos partidas y media, y que me dio unos resultados excelentes. 

La build cortatulas por antonomasia

Como ya me pasó en Demon's Souls, en esta ocasión, el mayor reto han vuelto a ser las zonas a recorrer justo antes de llegar a los jefes de final de nivel. Si bien a diferencia de su predecesor, aquí ha habido algunos jefes que me han puesto las cosas más complicadas, debo admitir que ninguno me supuso excesivos quebraderos de cabeza (menos Sif, a Sif jamás le pillé el punto).

Me gustaría hacer mención también al DLC incluído de serie en este remaster, no es demasiado extenso, pero tiene uno de los bosses más espectaculares y con mejor puesta en escena de todo el título. No revelaré de quién se trata (aunque a estas alturas todo el mundo sabe ya de quien estaré hablando), pero creedme si os digo que merece la pena jugar al DLC solo que por ese combate.

En cuanto a la duración y la dificultad del título, como de costumbre, dependerá ya no solo de nuestra habilidad sino de lo completistas que seamos. Mi primera partida fueron cerca de 50, el total hasta llegar al platino anduvo cerca de las 100 (e incluso diría que un poquito más). En cuanto a dificultad, podría decir que me pareció más sencillo que Demon's Souls, el hecho de contar con hogueras a lo largo del nivel que sirven de checkpoint en vez de tener que repetir el nivel entero desde la archipiedra inicial, facilita mucho la labor. Además de eso, en caso de que nos veamos en apuros a la hora de derrotar a algún jefe final, en esta entrega contamos con la opción de invocar a NPC's que nos ayuden.

Por tanto, si bien seguimos ante un juego que requiere de paciencia y compromiso para avanzar, se nos ofrecen un amplio abanico de posibilidades para hacer la aventura más llevadera.

Por último, y antes de cerrar la entrada, y ya que lo saqué, me gustaría hablar brevemente sobre el platino del juego, por si alguien está pensando en sacarlo. El platino para lo que es el juego, resulta bastante asequible, radicando la dificultad del mismo, en la propia dificultad del juego. Puede parecer un poco imponente cuando empezamos a mirar el listado de trofeos, pero una vez nos metamos en harina, nos daremos cuenta de que, no solo es más sencillo de lo que parece, sino que se trata de un platino muy divertido y mediante el cual descubriremos muchísimas cosas que nos pasamos por alto en la primera partida. Algo que también me ha servido para empaparme del lore del juego, terminando las misiones de todos los personajes secundarios, y cautivándome aún más si cabe.

Así que, como conclusión final ¿se podría decir que me ha gustado Dark Souls? Más bien se podría decir que me ha encantado, sinceramente me hallo en la encrucijada de no saber si he disfrutado más con este Dark Souls o con Demon's Souls, y es que aunque la sorpresa que me supuso Demon's Souls no se ha repetido con Dark Souls, este último está tan bien rematado, y tiene historias TAN buenas, que me resulta difícil escoger un favorito. 

 

Dicho esto, jugad a Dark Souls, y ¡alabado sea el Sol!.