Reparando una Game Gear: lo que no me explicaron los tutoriales (II)

Hay mucha maneras de tomarse una derrota, y pese a que reparar la Game Gear está acabando con la poca cordura que me quedaba y con mi salud ocular, he decidido que esta derrota (temporal) me la voy a tomar  con humor.

Los que me sigáis habitualmente, ya seréis conocedores de mi anterior fracaso reparando la portátil de Sega. Aún así, soy un tío bastante perseverante y cuando una cosa se me mete entre ceja y ceja no paro hasta conseguirla. Así que lo siento Game Gear, para pelotas las mías.

Esta última vez decidí hacer las cosas en condiciones evitando caer en errores previos. Con todo preparado, armado de paciencia y con toda la noche por delante, pasé al segundo asalto.

Pensé que lo mejor sería empezar de cero, así que aprovechando que me apetecía darme una vuelta por Barcelona, y dado el ridículo precio de los condensadores, los volví a comprar todos junto a un par de metro de cable y pasta para soldar mejor de la que tenía. También iba con la idea de comprarle una punta más fina al soldador para que me facilitase las cosas. Lamentablemente no encontré repuestos en ningún sitio, así que una vez más acabé apañandome con la punta que tenía.

La estrategia a seguir para la ocasión pese a ser más laboriosa, me facilitó bastante las cosas a la hora de soldar. Esta vez  decidí tirar de cable en vez de soldar el condensador directamente. De este modo podía ir moviendo los condensadores a mi antojo para más tarde acoplarlos en los laterales de la máquina y no encontrarme la sorpresa de que la tapa no cerraba.

Si vais a seguir el método del cable os aconsejo que cojáis cables de colores distintos para facilitar la distinción entre polo positivo y negativo.

Lo primero que hice antes incluso de abrir la máquina fue empalmar cables y condensadores de manera que una vez abierta lo único que tenía que hacer era soldar en el lugar correspondiente.

Aquí estaba la cosa a mitad de camino

La intervención fue larga, mentalmente destructiva y para colmo, gracias a mi manía de cerrar la puerta de la habitación, acabó convertida en un sauna tóxica... Abrí la ventana un rato, pero el frío era considerable y la habitación no se ventiló como debía. He de  tener esto en cuenta para la próxima vez. Por suerte, dormí como un bendito y esta mañana me he despertado sin anomalías físicas aparentes.

Con todo y con eso, la dichosa máquina sigue sin funcionar. Pero de los errores se aprende, y ya tengo confeccionada la estrategia a seguir en el tercer asalto.

La consola sin condensadores, se comporta igual que lo hacía cuando tenía los viejos. Se ilumina la pantalla, da sonido nítido y no se apaga. Ayer con los condensadores soldados la consola ni siquiera arrancaba. Por tanto para la próxima intervención he decidido empezar otra vez de cero. Comprobaré el comportamiento del aparato cada vez que suelde un nuevo condensador hasta ver si soy capaz de dar con el fallo.

Además esta vez, (supongo que consecuencia directa del humo) acabé sacando un teoría. Sega siempre estuvo adelantada a su época, y con Game Gear quiso hacernos ver el futuro. El futuro de las consolas que acaban petando... y es que desde ayer no puedo evitar mirar fijamente a mi 360 y pensar "espero que dentro de unos años cuando te hayas estropeado, no me dé por volver a jugar contigo..." 

En fin señores, seguiré informando. Dicen que a la tercera va la vencida. Espero que así sea.